viernes, 29 de agosto de 2008

EDGAR ALAN POE


EL CORAZON REVELADOR
Es verdad, soy nervioso, exageradamente nervioso, lo he sido siempre y lo seguir siendo;pero, ¿porque decis que estoy loco? La enfermedad ha agudizado mis sentidos, mas no los ha destruido ni embotado. Sobre todo era el oido el que tenia mas sensible. He oido cuanto pasaba en el cielo y en la tierra. He oido muchas cosas del infierno. ¿Como entonces, puedo estar loco? ¡Prestad atencion! y observad, con que calma puedo contaros toda la historia.
Es imposible decir como entro la idea por primera vez en mi cerebro; pero una vez concebida, me acoso dia y noche. Movil, no lo habia. Pasion, no la sentia. Yo queria al viejo. Nunca me hizo daño. Nunca me insulto. Yo no deseaba su dinero. Creo que era su ojo. ¡Si, eso era! Su ojo era como el de un buitre-un ojo azul palido, cubierto por una nube-. Cada vez que me miraba se me helaba la sangre; asi que, poco a poco -muy gradualmente-, concebi la idea de quitarle la vida al viejo, librandome de su ojo para siempre.
Ahora viene lo importante. Vosotros pensais que estoy loco. Los locos no saben nada de nada. Pero me tendriasis que haber visto. Tendriais que haber visto con que sabiduria procedi -con cuanta cautela, con cuanta precaucion-, con que disimulo lleve a cabo mi obra. Nunca me mostre mas amable con el viejo que durante la semana que precedio a mi crimen, y cada noche, hacia las doce, giraba el picaporte de su puerta y la abria -¡Cuan suavemente!-. Y entonces, cuando la habia abierto lo suficiente como para que cupiera mi cabeza, introducia una linterna sord, totalmente cerrada, cerrada, de manera que no se filtrara ninguna luz, y entonces asomaba la cabeza.....

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